Nociones científicas básicas - Semana 1

Nociones científicas básicas - Semana 1

Instrucciones

Cada caso público tiene dos partes: el texto base, que es una afirmación breve como la que podríamos encontrarnos en una red social o en un texto periodístico; y una tarea, que consiste en elaborar un argumento que debe dar lugar a un texto de no más de 200 palabras por caso

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Caso 1.A: La teoría de la evolución de Darwin no es una teoría completa desde el punto de vista científico

El grupo nominal “una teoría completa” no tiene mucho sentido desde el punto de vista científico puesto que ninguna teoría científica puede considerarse nunca completa (a no ser que haya quedado obsoleta). 

Las teorías científicas, los cimientos del conocimiento humano, se ponen a prueba constantemente mediante el método científico actualizándose con nuevos datos a medida que el saber y la tecnología avanzan, y nunca pueden darse por completas o finalizadas.  

La teoría de la evolución de Darwin es un buen ejemplo de la evolución de la propia teoría y es que muchos de los conceptos que Darwin empleó para formularla han sido desplazados por otros más modernos sin que por ello su esencia se haya diluido.

La evolución ya es aceptada como un hecho por muchos y en todo caso son las fuerzas que la dirigen (la mutación, la deriva genética, la selección natural y la sexual, entre otras), las que son teoría y objeto de continuos reajustes y mejoras que integran nuevos conocimientos provenientes sobre todo de la genética, la epigenética y la paleontología.    

El enunciado, por lo tanto, es incorrecto. 

Caso 1.B: No es razonable que exista la vida basada en silicio

El carbono y el silicio están tan próximos en la Tabla Periódica de los Elementos y presentan tantas similitudes en su organización atómica permitiéndoles formar grandes moléculas, que a menudo se ha especulado sobre la posibilidad de encontrar formas extraterrestres de vida basadas en el silicio en vez de en el carbono.

Sin embargo, también tienen sus diferencias químicas y estructurales, y estas son determinantes a la hora de sustentar la vida. No voy a entrar a describir todas (están en la web), baste citar una: el carbono, a diferencia del silicio, puede formar anillos estables necesarios para los procesos de reconocimiento molecular responsables de la vida. Por lo tanto, no es razonable que exista la vida basada en silicio... ¿o sí? 

El pasado mes de febrero, un hombre que pudo mover mentalmente el ratón de un ordenador gracias a un chip de silicio implantado en su cerebro. Los chips y los implantes biónicos tienen hoy por hoy un propósito médico, pero la robotización (y consiguiente silicización) humana, de la mano de la inteligencia artificial, cada vez se antoja menos fantasiosa. 

Caso 1.C: La Tierra es el centro del universo y el modelo de Ptolomeo en cuanto describe cómo la orbita el Sol, la Luna y los planetas es perfectamente válido”

Aunque asumamos que la Tierra sea el centro del Universo, el modelo de Ptolomeo no es válido. ¡Y menos mal! si lo hubiera sido, quizás seguiríamos dando por bueno el geocentrismo y la física no hubiese evolucionado como lo ha hecho. 

Este modelo, harto complejo, era la culminación de siglos de trabajo realizado por los astrónomos griegos y fue aceptado durante más de un milenio desde su publicación en el s.II (hasta el s.XVI en el que Copérnico publicó su modelo heliocéntrico), como el paradigma cosmológico correcto por astrónomos europeos y musulmanes.

Podía predecir muchos de los movimientos planetarios observados, pero a veces fracasaba y hacía predicciones que a menudo resultaban equivocadas en horas y hasta en días; y cuando lo hacía, el propio Ptolomeo amañaba los datos para que concordasen con el esquema.

Se supone generalmente que Copérnico propuso su teoría heliocéntrica para corregir las inexactitudes del modelo ptolemaico. En el prefacio de De revolutionibus señala: “Los matemáticos se sienten tan poco seguros de los movimientos del Sol y de la Luna que ni siquiera pueden explicar u observar la longitud constante del año estacional”.

Aun así, Copérnico fue un gran admirador del genio griego, en el que veía un astrónomo totalmente profesional, con grandes conocimientos matemáticos y dedicado a adecuar su modelo cosmológico (fallido) a lo que veía en el cielo.


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