Introducción a la Comunicación Científica - Tarea 2 Realización entrevista

 

Introducción a la Comunicación Científica - Tarea 2 Realización entrevista

Instrucciones de la tarea

Busca a un/a científico/a que lleve a cabo divulgación que te guste.  Realiza una labor previa de documentación sobre su trayectoria, áreas que divulga, publicaciones (libros, blogs), perfil en redes sociales, charlas, su público destinatario, canal de comunicación etc. Prepara las preguntas (máximo 5 preguntas) y contacta con la persona para solicitar una entrevista.

Redacta la entrevista en formato pregunta – respuesta para el blog (600/700 palabras aproximadamente). Se publica en el blog de la asignatura (el externo a MiAulario) y se indica en la tarea de MiAulario el enlace a la entrada del blog con el texto o vídeo.

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"Nuestra especie ha sido capaz de superar la velocidad e intensidad de los otros procesos geológicos que operan en la superficie terrestre"


El prestigioso Dr. Alejandro Cearreta, único científico español del Grupo de Trabajo del Antropoceno, nos responde a algunas de las cuestiones surgidas durante estos años entorno a la existencia real o no de la época Antropoceno.

(Fuente: Campusa. Euskal Herriko Unibertsitatearen Aldizkaria)


Doctor en geología y especialista en micropaleontología, Alejandro Cearreta (Bilbao, 1980) es el único científico español que forma parte del Grupo de Trabajo del Antropoceno: 34 expertos – geólogos y no solo -  que buscan evidencias en las rocas sobre si hemos entrado en una época geológica nueva (Antropoceno) caracterizada por el impacto del ser humano en la Tierra.
Tras 15 años de investigación, el pasado mes de octubre el grupo decidió presentar su propuesta al organismo científico responsable de su aprobación eventual: la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario. El 5 de marzo, fuentes de la propia Subcomisión filtraron a la prensa que la propuesta había sido desestimada, estallando así una batalla interna que continúa todavía hoy y que ha dejado la definición final del Antropoceno en el aire.
A lo largo de estos años, en el seno de la comunidad científica, se ha cuestionado la existencia real de la época Antropoceno y se han puesto en tela de juicio conceptos como su inicio, su duración o la representatividad de su estratotipo (el lago Crawford)… Por todo ello, se ha propuesto que, en lugar de considerar el Antropoceno como una época, se haga como un evento geológico puntual, igual que otras grandes transformaciones del planeta.
 
1.     ¿Por qué el Antropoceno es una época geológica y no un evento como sugieren algunos expertos?
El Grupo de Trabajo sobre Antropoceno (Anthropocene Working Group, AWG) propone en su informe la definición del Antropoceno a nivel de época dentro de la Tabla de los Tiempos Geológicos porque los parámetros que se utilizan para su definición (variaciones en los ciclos biogeoquímicos de diferentes elementos, cambios en la química de la atmósfera y el océano, extinción, domesticación y translocación de especies en la biosfera, incrementos de las tasas de sedimentación y erosión, aparición de nuevos materiales como los plásticos, …) superan la variabilidad observada en los mismos durante el Holoceno, época que abarca los últimos 11.700 años y en la que oficialmente vivimos. Un evento se define como un acontecimiento geológico que daría lugar a cambios importantes en la evolución de nuestro planeta (por ejemplo, la Gran Oxidación que incrementó el contenido en oxígeno en la atmósfera terrestre precámbrica como consecuencia de la actividad de las algas cianofíceas, o la gran diversificación de la biosfera durante el periodo Ordovícico, o la caída del bólido meteorítico que provocó la extinción masiva de finales del periodo Cretácico y dio lugar al inicio de la Era Cenozoica en la que aún nos encontramos, …). El evento que daría lugar al Antropoceno desde mediados del siglo XX sería la denominada Gran Aceleración, es decir, el incremento exponencial en la población humana, su desarrollo tecnológico y su producción industrial que condujo a nuestra especie a convertirse en un agente de transformación geológica de la superficie terrestre de primer orden rivalizando con y superando a los procesos geológicos de carácter natural.
 
2.     ¿Puede un registro geológico de menos de 100 años de duración (desde 1950, el año de arranque de la “gran aceleración”) marcar la transición entre dos épocas geológicas?
En principio, la razón por la que se dividiría el tiempo geológico en dos épocas (entre Holoceno y Antropoceno, por ejemplo) debería estar basada en la magnitud de los cambios que diferencian ambas épocas (y que se reflejan geológicamente en sus respectivos sedimentos y rocas) y no en su duración. Si observamos la duración de las diferentes épocas más recientes en la Tabla de los Tiempos Geológicos podemos observar que esa duración está siendo progresivamente menor hacia la actualidad, y esto se debe a que los sedimentos y las rocas más jóvenes son más abundantes y accesibles en la superficie terrestre (porque nuestro planeta no ha tenido tiempo de reciclarlas) y porque la calidad de la información que contienen es mayor (ya que no han sufrido tantos procesos geológicos como las rocas más antiguas que tienen a borrar mucha de la información que contenían originalmente). Los sedimentos actuales cubren toda la superficie de nuestro planeta y su información es muy completa porque no ha sido aún parcialmente destruida por la diagénesis y la litificación (procesos que transforman los sedimentos sueltos/blandos en rocas compactas/duras). Además, su información puede ser complementada por los datos instrumentales de todo tipo que recibimos de los innumerables aparatos con los que medimos muy diferentes variables (por ejemplo, temperatura, salinidad, concentración de gases de efecto invernadero, acidez del océano, …). Esta cantidad enorme de información ambiental ha hecho posible que en los últimos años se haya desarrollado la Ciencia del Sistema Tierra que nos ha permitido tener una imagen global y multidisciplinar de nuestro planeta y poder observar su variabilidad temporal a diferentes escalas (horaria, diaria, estacional, anual secular, etc). Por tanto, la definición de la época Antropoceno está basada en la magnitud de los cambios detectados en relación a la época Holoceno (y a otros tiempos geológicos más profundos). Esos cambios han sido/están siendo enormes en intensidad y de carácter planetario (global) y además de naturaleza sincrónica, y a una velocidad muy rápida, y provocados por la actividad de una sola especie de la biosfera (la nuestra). Nuestra especie ha sido capaz de superar la velocidad e intensidad de los otros procesos geológicos que operan en la superficie terrestre. Por tanto, creemos que a pesar del poco tiempo (geológico) transcurrido, la intensidad de los cambios ha sido enorme y la naturaleza y evidencias que contienen los sedimentos y las rocas antropocenas son diferentes a las de los sedimentos y rocas holocenas. Es la naturaleza de ese registro geológico el que justifica nuestra propuesta de época Antropoceno y no la cantidad de tiempo transcurrido.
 
3.     ¿Debe el concepto de unidad cronoestratigráfica actual modernizarse y completarse con métodos y definiciones acordes con los ritmos que impone el ser humano o, por el contrario, está bien como está?
Los conceptos, las metodologías y los procedimientos formales que se utilizan en nuestra ciencia son válidos y han sido utilizados convenientemente tanto para definir unidades temporales en la Geología profunda (por ejemplo, épocas dentro del periodo Ordovícico de la era Paleozoica) como en la Geología más reciente (por ejemplo, edades dentro de la época Holoceno en el periodo Cuaternario de la era Cenozoica). Lo que está cambiando en la Geología es nuestra capacidad de obtener información y la resolución temporal en los sedimentos y rocas. Se ha dicho tradicionalmente que la unidad del tiempo en Geología es el millón de años. Sin embargo, actualmente tenemos herramientas instrumentales (por ejemplo, isótopos radioactivos presentes en los sedimentos más recientes) que permiten determinar procesos y cambios ambientales/geológicos registrados año a año, por lo que si para la Geología más profunda la unidad del tiempo sería el millón de años para la Geología progresivamente más reciente la unidad de tiempo son las centenas de miles de años, las decenas de miles de años, los miles de años, … hasta llegar a la geología actual cuya unidad de tiempo con la que podemos resolver los cambios registrados en los sedimentos es el año. Esto supone un enorme avance en nuestra ciencia y nos permite distinguir cambios que no son posibles de identificar en las rocas más antiguas, lo que hace posible dividir el tiempo geológico más reciente con mucha más precisión.
 
4.     ¿Existen en el mundo clavos dorados marcando estratotipos en sedimentos, es decir en materiales no consolidados, como los que se ven en el lago Crawford propuesto para marcar el límite del Antropoceno?
Tradicionalmente los clavos dorados (estratotipos) en los diferentes tiempos geológicos se han definido en base a cambios paleontológicos (fósiles de la biosfera del pasado) en rocas de ambientes sedimentarios marinos. Esto ha ido cambiando en la era más reciente (el Cenozoico) en la que también se han definido límites cronoestratigráficos en base a cambios geoquímicos o en la polaridad magnética terrestre. Los casos más similares a la propuesta del Antropoceno pertenecen a la época Holoceno, en la que su estratotipo está definido por un cambio en la química de las burbujas de aire atrapadas en un sondeo de hielo procedente de Groenlandia que se guarda en la Universidad de Copenhagen. Asimismo, las divisiones en edades dentro del Holoceno se han definido en sondeos de hielo de Groenlandia y en un espeleotema procedente de una cueva en la India. Por lo tanto, la definición de estratotipos en sedimentos no consolidados no sería una excepción para el Antropoceno.
 
5.     ¿Cree Ud. que, si finalmente el Antropoceno no es considerado una época geológica por la UICG, la sociedad y los políticos en general prestarán menos atención al impacto que ejerce el ser humano en el medio ambiente?
No. Creo que el reconocimiento de la época Antropoceno, en primer lugar, supondría una mejora en la comunicación geológica al reconocer una división del tiempo geológico reciente que englobaría a los sedimentos y rocas que contienen isótopos radioactivos artificiales, plásticos, cenizas volantes, un empobrecimiento en la diversidad de los restos fósiles, un incremento en los elementos de interés industrial, etc y que no están presentes en el registro geológico del Holoceno y de los tiempos geológicos anteriores. En segundo lugar, sería un reconocimiento de que las actividades humanas recientes están modificando la superficie de nuestro planeta de modo tal que sus señales se están acumulando en los sedimentos y rocas actuales y perdurarán en el futuro durante miles y millones de años. Este salto cualitativo es una señal de alarma sobre nuestra capacidad de transformación de los procesos naturales que han operado en nuestro planeta, y que amenaza la estabilidad de las condiciones favorables para la vida en la Tierra. Esto tiene diferentes modos de análisis con las herramientas conceptuales de otras ciencias y campos de conocimiento que señalan como responsables al sistema económico imperante, al reparto de riqueza, la desigualdad en las sociedades humanas, … aspectos que se encuentran más allá de los límites de análisis de la ciencia geológica y que cuestionan a la sociedad humana actual. Es ahí donde reside la reticencia a reconocer la época Antropoceno ya que tendría implicaciones mucha más allá de la Geología. Su no reconocimiento oficial como época no paralizará su utilización informal, ni disminuirá la atención social ante el deterioro ambiental ya que no se han cuestionado las evidencias sobre las que se basa la propuesta sobre el Antropoceno formulada por el AWG.

Me gustaría expresar aquí mi más sincero agradecimiento al Dr. Cearreta por su tiempo, esfuerzo y excelente contribución. Sus respuestas arrojan una luz racional y científica muy necesaria sobre un tema, la existencia del Antropoceno, no exento de intereses y prejuicios. 

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