Periodismo científico Tarea 5 - Reportaje premio Nobel
Máster de Cultura Científica EHU/UPNA 2023/2024
Periodismo científico Tarea 5 - Reportaje premio Nobel
El 2 de octubre de 2023, la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska anunció la concesión del premio Nobel de Medicina o Fisiología a Katalin Karikó y Drew Weissman. A partir de la nota de prensa y de las fuentes que consideres oportunas, elabora un reportaje informando sobre este reconocimiento (el texto no debe superar las 1000 palabras). Se valorará que se dé respuesta a las preguntas clave (‘W inglesas’), las fuentes utilizadas, el cumplimiento de las directrices básicas para elaborar un reportaje, el lenguaje empleado, la claridad y la ortografía.
Puedes encontrar información de partida en la nota de prensa: https://www.nobelprize.org/prizes/medicine/2023/press-release/.
Un Nobel de medicina muy merecido
Pocas veces en los últimos tiempos, un premio Nobel ha estado tan justificado como el que se concedió el 2 de octubre de este año a los investigadores Katalin Karikó y Drew Weissman. El premio honraba su excepcional trabajo: nada menos que la solución tecnológica a la pandemia más devastadora de los últimos años. Y con eso hubiera bastado. Pero también era necesario porque simbolizaba el resarcimiento de una sociedad que no siempre apoyó a los premiados.
Rocks and Roll
24 Noviembre 2023
El 2 de octubre, el Instituto Karolinska de Suecia anunció la concesión de un Premio Nóbel de Fisiología o Medicina muy especial. El ilustre galardón fue para Katalin Karikó y Drew Weissman por sus descubrimientos sobre la forma en que interactúan el ARN mensajero (ARNm) – un ácido nucleico que participa en la síntesis de proteínas - y nuestro sistema inmunológico.
De acuerdo con la empresa Genotipia, las terapias ARNm tienen muchas ventajas frente a otras convencionales, ya que con ellas es el propio cuerpo quien fabrica una molécula terapéutica concreta (siempre en forma de proteína) o un fragmento de virus (otra proteína) que induzca una determinada respuesta inmunológica. Esto las hace muy versátiles y agiliza mucho su fabricación.
Sin embargo, antes de los trabajos de Karikó y Weissman, el ARNm producía una fuerte respuesta inflamatoria en las células, lo que hacía inviable su uso. La pareja de científicos creó entonces un tipo de ARNm sintético o modificado que salvaba este obstáculo.
Ambos comprendieron la importancia de aquel hallazgo, pero pasaron 15 años hasta que pudieron ser testigos de su asombrosa repercusión a nivel mundial: su ARNm sintético resultó ser clave para el desarrollo de una de las mejores vacunas contra el Covid-19.
Y por si todo esto fuera poco, los descubrimientos de Karikó y Weissman han relanzado los ensayos experimentales de tratamientos ARNm para enfermedades raras, cánceres, trastornos neurodegenerativos, infecciones víricas y otras patologías que hasta ahora eran incurables.
Pero, como dicen los protagonistas de esta historia, el camino ha sido tortuoso y lleno de dificultades. La propia Karikó dijo en una entrevista que “durante 40 años no solo no recibí ningún premio, sino que no recibí ningún apoyo económico para mi investigación…” (Fuente: Fundación BBVA).
45 años de trabajo, toda una gesta
La Fundación BBVA, en sus Premios Fronteras del Conocimiento, hace un recorrido por la vida de nuestra pareja de protagonistas. Según esta fundación, todo comenzó hace 45 años en el Centro de Investigación Biológica de Szeged (Hungría). Allí, Katalin Karikó comenzó sus trabajos sobre el subtipo de ARN que años después le haría pasar a la historia de los premios Nóbel, el ARNm sintético.
En 1985, sin más fondos para sus investigaciones, se mudó a los Estados Unidos, y retomó su labor investigadora en la Universidad de Pensilvania. Sin embargo, a finales de la década de 1990, el trabajo de Karikó se había estancado, nuevamente por falta de financiación. Justo entonces, a punto de tirar la toalla, comenzó su colaboración con Drew Weissman.
Drew Weissman nació en Lexington, Massachusetts, Estados Unidos. Doctor en Inmunología y Microbiología por la Universidad de Boston, en 1997 se incorporó como profesor a la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania.
Tras muchos años de colaboración y superación de muchos desafíos técnicos y económicos, en el año 2005 la pareja Karikó - Weissman alcanzó su primer hito: desarrollaron y patentaron la tecnología conocida como “ARN mensajero modificado, no-inmunogénico”. Había nacido, por fin, la tecnología detrás de la futura vacuna Covid-19.
En el año 2010 un grupo de investigadores norteamericanos, entre ellos Robert Langer, colaborador de Karikó y Weissman, compró los derechos sobre las patentes de Karikó y Weissman y fundó una empresa. Su nombre es un acrónimo de “ARN modificado” en inglés: ModeRNA. Según la web finanzas.com, a finales de 2019, Moderna valía 5.800 millones de dólares y apenas ingresaba 53 millones. No era rentable.
En paralelo, en Alemania, otra pequeña empresa fundada por los científicos de origen turco (Ugur Sahin y Özlem Türeci), BioNTech, adquirió varias de las patentes de Karikó y Weissman, para desarrollar vacunas contra el cáncer.
En el año 2013, BioNtech fichó a Karikó para seguir avanzando en su investigación sobre aplicaciones del ARNm; mientras, Drew Weissman seguía trabajando en la Universidad de Pensilvania.
Nada entonces hacía presagiar la terrible pandemia del Covid-19 que llegaría 7 años después.
La pandemia favoreció el auge de las vacunas ARNm
El 30 de enero del 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró la emergencia sanitaria internacional por el virus SARS-CoV-2 (Covid-19). La pandemia, una de las mayores crisis humanitarias de los últimos tiempos (resultó en casi 7 millones de fallecidos y más de 692 millones de contagiados) impulsó por su urgencia el desarrollo de vacunas en un tiempo récord.
Todas las miradas se posaron en aquel momento en las grandes (y no tan grandes) empresas biotecnológicas, entre ellas BioNTech, desde entonces asociada con la multinacional farmacéutica Pfizer, y Moderna.
Hasta la fecha se han administrado más de 13.000 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19. La mayor parte de ellas y las que mejores resultados han dado se basan en la tecnología de ARNm sintético patentada por Karikó y Weissman (las vacunas conocidas como Pfizer y Moderna).
Estas han sido, de hecho, las más fáciles y rápidas de producir, mediante relativamente sencillos procesos industriales, las más flexibles frente a nuevas variantes del virus, con capacidad para inducir las mejores respuestas inmunitarias y con muy pocos efectos secundarios graves.
Es cuestión de tiempo que salgan al mercado vacunas de ARNm sintético para otros patógenos. Según la revista MIT Technology review, Moderna, Pfizer, Sanofi Pasteur y GlaxoSmithKline ya están en ello. El virus respiratorio sincitial (VRS) o las vacunas antigripales están en las carteras de proyectos de casi todos ellos y la lista de enfermedades para las que se están desarrollando este tipo de vacunas no termina: paludismo, VIH, virus de Zika, virus de Epstein-Barr, citomegalovirus, herpes, norovirus, enfermedad de Lyme, virus Nipah, C. difficile, hepatitis C, leptospirosis, tuberculosis, herpes zóster, acné, clamidia e incluso algunos tipos de cánceres.
Financiación de la ciencia en España lejos del 2% del PIB
Los protagonistas de esta historia, Katalin Karikó y Drew Weissman (y el fundador de Moderna, Robert Langer) se han lamentado en muchas ocasiones de la falta de apoyo a lo largo de sus carreras, así como de financiación.
Durante toda su carrera científica trabajaron con ahínco en una línea de investigación por la que pocos apostaban, e hizo falta una catástrofe sanitaria como la pandemia del coronavirus para que su trabajo fuera reconocido y la tecnología de ARNm sintético, creada por ellos, reanudada en laboratorios de todo el mundo.
Sus vidas son un ejemplo de perseverancia y pasión por el trabajo, pero también de la necesidad de adoptar mayor amplitud de miras y más valentía en la apuesta por las diferentes líneas de investigación y, sobre todo, de la importancia de una adecuada financiación.
La Cadena Ser anunciaba que en el año 2022, la inversión en ciencia española alcanzaba por primera vez, tras varias subidas consecutivas, la cifra de los 18.000 millones de euros. Sin embargo, la Fundación Cotec advierte que todavía nuestro país está lejos de alcanzar en el 2030 el objetivo aprobado por la Ley 17/2022 de la Ciencia del 2% del PIB, como hacen la mayoría de los países de la Unión Europea de nuestro entorno.
De acuerdo con el informe “Investigación e innovación en España y Portugal” publicado en Abril del 2022 por la Fundación La Caixa, el sector empresarial español muestra todavía poco interés en absorber investigadores e invertir en conocimiento e innovación.
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